Conceptualización y diseño, puntos clave para el éxito en retail. Miguel Ángel Julia, Arquitecto y director de diseño de Nuklee, ha escrito este fin de semana un interesante artículo en Cinco Días que queremos compartir y analizar. En el mismo explica como hoy en día el formato del punto de venta ha ido ganando peso hasta convertirse en un punto imprescindible en la decisión de compra. Como ejemplos de esto tenemos las Flag ship store, los pop-up, los concept store o los shop in shop, todos ellos conceptos que representan un amplio y heterogéneo ecosistema de espacios alrededor de las marcas.
Y es que el objetivo principal de las tiendas ya no es limitarse a vender tangibles como hasta ahora. Las marcas, según Julia, “han revisado la concepción de sus puntos de venta y ahora, más que nunca, la conceptualización y el diseño de los mismos son un punto clave para el éxito de su negocio”. El objetivo, explica, es emocionar.
Mediante lo emocional la mente del consumidor codifica las propuestas de valor. Los consumidores preferimos las marcas que toman la vía de la emoción, por lo que la tendencia actual es trabajar en esta dirección. Hay que relacionarse con el consumidor y lograr emocionarle ¿cómo? A través del espacio de venta, que se convierte en una herramienta estratégica clave de marketing experiencial y en el mejor lugar para que marca y consumidor se encuentren y se relacionen. Por todo ello, la tienda debe ser un espacio único en el que se creen vínculos emocionales y memorables entre el cliente y la marca.
El objetivo es poder transformar al consumidor y que se convierta en cliente (funnel del conversión). El retailer tiene que comunicar y emocionar, ya que, si logra que el consumidor conecte con su marca, será su mejor prescriptor.
¿Cómo lograr emocionar?
A través de los acabados, los colores y texturas, la música, el olor o la atención del personal, se genera la atmósfera propicia con la que conseguir una percepción completa de marca. Los consumidores vamos a mirar, escuchar, tocar, oler y sentir la marca.
Por supuesto, no debemos olvidar el producto, ya que el diseño del espacio debe considerarlo protagonista. El espacio acompaña y abraza al producto, transformándolo en objeto de deseo.
Las marcas cuentan historias y sus espacios deben ayudar a explicarlas de un modo más directo, personal y emocional. Como usuarios, queremos espacios con storytelling en los que estemos cómodos, nos asesoren bien, nos conozcan, y sobre todo, nos emocionen.